viernes, 25 de enero de 2013

Yoga para damas


Había comenzado la clase de yoga para embarazadas y decidí sentarme a observar, aprovechando el día soleado y la frescura que dejaba el verde del parque. “Inhala, retén, y tocando la punta de los pies con los dedos, 1, 2, 3, calentando los tendones, exhala...”. La voz excesivamente suave de la mujer al frente de la clase no lograba sino apaciguar las tensiones de los asistentes, que entre respiraciones comedidas, sin apuro alguno, dejaban su costra de ciudad demolida en el césped.

-¿Es esta la clase de yoga para embarazadas? - preguntó una chica que entraba apurada al área de los bancos donde me encontraba.
-Parece que sí -le respondí-, a pesar de que hay tres caballeros.

La chica se mostró un tanto dubitativa en integrarse al grupo, e insistió:

- Pero yo no estoy embarazada -dijo con la ceja levantada.
- Pues diga que tiene tres semanas -le indiqué con picardía.

Un minuto más tarde, la recién llegada estaba en medio de los ejercicios.
“Inhala, sube los brazos como queriendo alcanzar una nube: 1, 2, 3, 4... exhala mientras doblas las rodillas suavemente... 1, 2, 3. Inhala...”
La instructora, que no lucía embarazada, movía sus extremidades mientras sus ojos las seguían en una armonía de ballet. De repente, la dama de mediana edad comenzó a cambiar un tanto su semblante, y dijo, en medio de su danza:

- Hasta aquí los ejercicios para embarazadas, pero para quienes no están cansadas todavía, tenemos yoga para mujeres recién dadas a luz -y cerrando los ojos prosiguió su cadencia de cuerpo y habla:
- Inhala... el niño ha dejado el vientre, 1, 2, 3, exhala. El niño llora, pero el amor sin medida de una madre se encargará. Inhala... de verdad que no se calla... qué ladilla, 1, 2, 3... exhala, mientras sientes que mereces algo mejor que este encierro... relaja...

A pesar de que la voz conservaba su docilidad, el rostro de la mujer se iba endureciendo a medida que avanzaba la clase, pasando inadvertidamente de un tema a otro.

- Adopta una posición recta, firme, incólume. Inhala, 1, 2, 3... Siente que eres una profesional, una mujer de armas tomar, un ser independiente que no necesita muletas en la vida.

Los ojos marrones de aquella dama miraban al cielo, entre los árboles, como buscando un blanco para pegarle con todas sus fuerzas vitales.

- Inhala, aprieta los puños y colócate en posición de ataque, 1, 2, 3. Exhala y trata de olvidar que el perro ese se fijó en otra y no te da las atenciones que te prometió al principio. Inhala y exhala rápido, para evitar que se te escape... exhala.

La audiencia comenzó a detener su danza de pretendida tranquilidad, de relajación y limpieza introspectiva a medida que la instructora desarrollaba esta etapa errática de su programa. Algunos todavía la seguían, sin dejar de advertir las posiciones ya marciales de la señora, porque “para algo vinimos”.

- Inhala como puedas, 1, 2, 3... piensa que puedes rehacer tu vida, que eres todavía linda e interesante... exhala. Levanta la punta del pié, y con una gran inhalación, dale una patada por el trasero al mundo, porque no vale la pena, porque es todo una basura... ¡EXHALA, COÑO!

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