Imaginaba mi muerte. Escándalo aparte, drama aparte, imaginé mi muerte. Se trató, más bien, de mi estado emocional al momento de la desaparición. A decir verdad, el camino hacia allá no va tan mal. Ahora mismo siento de cerquita a quienes quiero sentir cerca, a esa gente que me vio nacer, a quienes nacieron conmigo, a quienes ayudé a nacer y a quienes me acompañaron en esta empresa, así como a quienes se acercaron o me dejaron acercarme para compartir un buen rato, un rato de alegría y crecimiento. No va mal la cosa. La verdad, no creo que vaya a ser un escándalo en su momento, al menos no para mí. Eso sí, en ese planificar para atrás que se me planteó durante el ejercicio, y para llegar al estado previsto de despedirme con una sonrisa, sin lutos y sin miedos, comencé a repasar, para desechar urgentemente, las deudas, los miedos y todo compromiso de origen dudoso que ahora me pudiera estar desmejorando el camino que resta de esta aventura, de este regalo que agradezco "a quien pueda interesar" .
Cuentos cortos de Leonardo Rothe C. Para textos breves, diríjase al blog elfaculto.blogspot.com. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com" (for english version, see www.elfacultos.blogspot.com)
martes, 13 de febrero de 2024
lunes, 22 de enero de 2024
De verdad, no.
El hombre miraba a la chica que danzaba y se contorsionaba alrededor del poste que llegaba al techo. Encantado, entre las luces y el ruido, la miraba con atención, como fabricando una copia permanente en su cabeza. Lucía perfecta. El momento era perfecto. Sentía en ese instante que no había nada mejor. La joven, que se había percatado de su atención, se le acercó después de su acto y haciéndose paso entre el resto de los clientes, se le acercó con movimientos que pretendían ser provocativos para ofrecerle su compañía y seguir el resto del guion. Él, evidentemente inquieto, pero por otra razón y después de abordarlo en su asiento e insinuándose a su oído, se apartó lo suficiente como para aclararle que ella solo era perfecta en su mente, en su recuerdo, y que él no quería destruir esa imagen tan suya, tan íntima, tan perfecta, solo por el capricho de practicar un rato de realidad. Le pidió afablemente que se alejara y nunca más volvió.
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