domingo, 19 de enero de 2014

Amén-ssenger

Después de salir el producto al mercado y lograr la conexión en esta nueva red…
-Hola, ¿estás ahí?
-Mmm…. mmm….mmmm…
-Epa, ¿me puedes contestar? Por favor…
Después de un silencio prolongado, se vió en pantalla: “Pedro está escribiendo…”
-Si
Dos lágrimas salieron y se le dibujó una sonrisa desesperada en la cara.
-De verdad… ¿estás ahí?
-Claro, mamita, soy yo y ya estoy bien.
No cesaban de brotar las lágrimas, pero ahora había un poco de sosiego.
-Y… ¿cómo es eso ahí? ¿hay mucha luz? ¿hay voces? Dime, ¿cómo es?
-Bueno, mamita, desde que llegué, después de… eso, del accidente, desperté y habían muchos interesados en mí. Me trataron muy bien, me contaron cosas que no sabía de mí, me contaron lo preocupados que los dejé allá.
-Si, así fue. Desde aquel día hemos extrañado mucho tu presencia en casa, tanto como te puedas imaginar. Eres muy importante para los que quedamos, y afortunadamente no quedó nada pendiente por decirte. Ahora dime, ¿cómo se “vive” por allá?
-Yo también los extraño muchísimo, pero yo si puedo verlos cuando quiera. Es una especie de fortuna que se me otorga aquí, por lo que nunca estoy muy lejos de ustedes. Por acá todavía no me acostumbro, pero tampoco puedo negar que hay tranquilidad, mucha paz. Hay algunos trámites administrativos en los que hay qué colaborar: ingresos, mantenimiento de cupos y hasta transferencias al “sótano” por falsa identidad o hipocresía crónica.
Si te imaginaras. Llega gente que no debía llegar, mientras que seguimos esperando a algunos que han burlado la voluntad divina muy hábilmente, valiéndose de la asistencia a misa cada domingo, o haciendo sus oraciones postizas cada cierto tiempo. Hay miembros que dejaron muchas cosas pendientes abajo y sólo se dedican a ayudar desde lejos.
-Pero, ¿y la justicia, la tranquilidad?
-Bueno, todo es relativo, incluso aquí. A pesar de que “el jefe” es infinitamente justo, debe delegar muchas tareas a los que llegamos luego, que, a decir verdad, seguimos pensando como humanos sin entender el nuevo privilegio.
El problema parece seguir siendo que aquí no hay una disciplina uniforme. No hay procedimientos exactos ni obligatorios. Aún existe la dificultad que brinda la voluntad propia y hasta la testarudez propia. Todavía aquí se leen constantemente las reglas (y con semejante jefe, se cumplen mucho más que allá abajo), pero siempre hay algo que hace de este, un buen sitio, aunque no libre totalmente de las equivocaciones, de los errores del ser humano.
Seguimos siendo imperfectos. Seguimos siendo la obra imperfecta del mismo autor, siempre susceptibles de perfeccionamiento. No hay mucha diferencia con la vida… tan lamentablemente como antes… tan maravillosamente mejorables como siempre.

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