Después de salir el producto al mercado y lograr la conexión en esta
nueva red…
-Hola, ¿estás ahí?
-Mmm…. mmm….mmmm…
-Epa, ¿me puedes contestar? Por favor…
Después de un silencio prolongado, se vió en
pantalla: “Pedro está escribiendo…”
-Si
Dos lágrimas salieron y se le dibujó una sonrisa
desesperada en la cara.
-De verdad… ¿estás ahí?
No cesaban de brotar las lágrimas, pero ahora había
un poco de sosiego.
-Y… ¿cómo es eso ahí? ¿hay mucha luz? ¿hay voces?
Dime, ¿cómo es?
-Bueno, mamita, desde que llegué, después de… eso,
del accidente, desperté y habían muchos interesados en mí. Me trataron muy
bien, me contaron cosas que no sabía de mí, me contaron lo preocupados que los
dejé allá.
-Si, así fue. Desde aquel día hemos extrañado mucho
tu presencia en casa, tanto como te puedas imaginar. Eres muy importante para
los que quedamos, y afortunadamente no quedó nada pendiente por decirte. Ahora
dime, ¿cómo se “vive” por allá?
-Yo también los extraño muchísimo, pero yo si puedo
verlos cuando quiera. Es una especie de fortuna que se me otorga aquí, por lo
que nunca estoy muy lejos de ustedes. Por acá todavía no me acostumbro, pero
tampoco puedo negar que hay tranquilidad, mucha paz. Hay algunos trámites
administrativos en los que hay qué colaborar: ingresos, mantenimiento de cupos
y hasta transferencias al “sótano” por falsa identidad o hipocresía crónica.
Si te imaginaras. Llega gente que no debía llegar,
mientras que seguimos esperando a algunos que han burlado la voluntad divina
muy hábilmente, valiéndose de la asistencia a misa cada domingo, o haciendo sus
oraciones postizas cada cierto tiempo. Hay miembros que dejaron muchas cosas
pendientes abajo y sólo se dedican a ayudar desde lejos.
-Pero, ¿y la justicia, la tranquilidad?
-Bueno, todo es relativo, incluso aquí. A pesar de
que “el jefe” es infinitamente justo, debe delegar muchas tareas a los que
llegamos luego, que, a decir verdad, seguimos pensando como humanos sin
entender el nuevo privilegio.
El problema parece seguir siendo que aquí no hay una
disciplina uniforme. No hay procedimientos exactos ni obligatorios. Aún existe
la dificultad que brinda la voluntad propia y hasta la testarudez propia.
Todavía aquí se leen constantemente las reglas (y con semejante jefe, se cumplen
mucho más que allá abajo), pero siempre hay algo que hace de este, un buen
sitio, aunque no libre totalmente de las equivocaciones, de los errores del ser
humano.
Seguimos siendo imperfectos. Seguimos siendo la obra
imperfecta del mismo autor, siempre susceptibles de perfeccionamiento. No hay
mucha diferencia con la vida… tan lamentablemente como antes… tan
maravillosamente mejorables como siempre.
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