sábado, 7 de enero de 2023

Nuestra relación fue

Nuestra relación comenzó por formar una fina membrana que, al principio y a fuerza de comportamientos y estados recurrentes, empezó a endurecerse imperceptiblemente hasta convertirse en una costra que se endurecía desde afuera hacia adentro. Era cotidianidad que siempre regresaba a lo mismo: incomodidad, ira y sexo reparador, para añadir cada vez otra capa a la costra. Cada ciclo nos reducía el espacio para accionar, para decidir, para disfrutar. Durante mucho tiempo estuvimos presos de aquel régimen, de aquella rutina que en un momento dado no se parecía a lo soñado en el pasado. Un día, lo que quedaba de nuestro nido, en el espacio interior de la costra, se hizo tan pequeño que nos sofocó al extremo de solo poder morir asfixiados o quebrar la costra con piel rota y sangre para salir al fin a un mundo de decisiones y sensaciones ya olvidado. La ilusión infantil murió asesinada y por poco no nos llevó por delante para siempre.