jueves, 11 de octubre de 2012

El porqué de la promoción de Eusebio


Con las manos en la frente, el muy enojado dueño de la Empresa abre los ojos y grita:
-¡Qué vaina!... ¡Eusebiooo!
El humilde mensajero aparece por la puerta de la oficina del jefe y se para enfrente del escritorio, con cara de extrañeza.
-Diga, señor.
-Coño, Eusebio, de verdad que la cagaste esta vez. No puedes seguir trabajando con nosotros después de lo que hiciste. Lo lamento de verdad, pero tu negligencia me obliga...
-Pero, cónchale, ¿qué hice?
-Ah, ¿no sabes? Te lo voy a repasar: le entregaste la carta a quien no era y se armó el peo. ¡Ahora no sé qué hacer!
-¿Qué sobre? ¡Si yo lo que entregué fue una caja, creo que con la impresora; esa que desapareció misteriosamente de la tienda de su mejor amigo!
-Ejem... ¡No importa! La otra vez le llevaste una propuesta a Amanda Gámez, en lugar de a Armando Gómez, ¡y resulta que estaban compitiendo por la misma licitación!
-¡Eso es falso! Yo llevé el paquete al sitio indicado en el sobre. Es más, le tuve que decirle a la señorita Amanda, en otro de los viajes, que todo era un malentendido, y que más bien usted estaba muy interesado en conocerla mejor. ¿Por qué cree que luego aceptó salir con usted y Dios sabe qué pasó después en su apartamento de la playa?
El jefe, con la cabeza hacia el suelo, mira de reojo a Eusebio.
-Estem... pero aquel día faltaste medio día al trabajo y no avisaste. Eso si no me lo vas a negar...
-¡Por supuesto que avisé! Yo notifiqué oportunamente a la secretaria, como usted instrucciones había indicado. Lo que pasó fue que usted despidió a la secretaria, dicen por ahí que por pasarle a su amante en plena reunión con su esposa, a quien siempre le digo lo buena gente que es usted.
Devolviéndose del ventanal, como halando algo de su mente se le quedó mirando al mensajero, lo apuntó con el dedo y titubeando le dijo:
-Pero... pero... ¡ajá! Esta vez sí: La tarde aquella que te fuiste del trabajo sin decir nada, sin emergencia familiar ni nada. ¡Es más! Te vieron salir de aquí con unos tipos bien sospechosos... seguro tus amigotes, claaro.
-...Ahora sí es verdad. ¿Sabe una cosa? Esos tipos eran de la policía y lo venían a buscar a Ud. porque alguien de la oficina lo sapeó dizque tenía unas cajas con dólares en el escritorio y yo los llevé a un sitio lejos diciéndole que Ud. estaba fuera del edificio en ese momento. Así que más bien lo salvé.
-¿Ah? Ehm...
Levantándose de su silla y colocándole la mano en el hombro al mensajero
-En dos platos, Eusebio, quiero decirte que... que... que me siento muy complacido de tenerte como Gerente General de la Empresa... ¡Felicidades, amigo mío!